martes, 27 de abril de 2010

Camarada Zapata

Jesús Sansón Flores

Sólo tú no pediste tributo a tus hermanos
ni recompensa alguna por tu obra;
sólo tú, hasta morir,
permaneciste al lado de los tuyos,
al pie de tu bandera ejidataria.
Camarada Zapata:
¡Cómo han mixtificado tu doctrina!
tus asesinos
se dicen defensores de tu obra;
los que te combatieron
pregonan el amor para tus indios,
y el sagrado ideal que tú sembraste
sirvió para encender todos los odios,
todas las ambiciones.
Camarada Zapata:
Si tú resucitaras
repartirías los nuevos latifundios
de nuestros falsos redentores;
retornarías al lado de los tuyos
y harías la aclaración, en las montañas,
de que tu sueño fue
dar un jirón de tierra al miserable
y no dotar de haciendas a los líderes
Camarada Zapata:
¡Cómo han mixtificado tu doctrina!
Aún el engaño y la perfidia imperan,
¡todo es hurto, pillaje y cobardía!
Camarada Zapata:
¡Tendrá que regresar de todos modos,
porque es de unos cuantos todavía
la tierra que soñaste para todos!




*Con toda la tradición vasconcelista, Jesús Sansón
Flores, reconocido como “Poeta Revolucionario”,
participó en los Cuadernos de Lecturas
Populares, publicados por la SEP en la serie La
Honda del Espíritu, de los cuales fue extraido
este poema. Reconocido como Poeta Revolucionario,
murió en 1966. Rescatamos éste, su poema
a Zapata, pretendiendo recuperar la ya tan perdida
Poesía Social.


El Buen Jesús


Alejandro Rodríguez Castro

"Ecuánime, saqué mi cuadernillo de la bolsa trasera de mi pantalón retorcido, recién lavado. Así, por unos segundos, lo tuve exangüe y pendiente entre mis dedos; su ajada cobertura verde no decía ya nada. Como se ciñe el cadáver de un animal casero, lo cerré contra mí. Salió estrujado, fruncido, hecho un bloque húmedo que no osé dividir en ese instante. Eran entonces los principios de la primavera y la calefacción aún estaba encendida. Lo tendí sobre un radiador. Tales eran las impericias de esa mañana de domingo."




Algunos Plomazos

Rogelio Guerra
"Me llevaron con los ojos cerrados. No debía darme cuenta del lugar donde se llevaría a cabo la reunión en la que se me aceptaría como integrante. La cita fue a las cinco en el jardín del Panteón de la Cruz, a un lado del templo del Señor de los Rayos. Lo del panteón fue casual, no tuvo que ver con ningún rito de ninguna secta. Llegué a las cuatro treinta –luego supe que no se debe llegar al punto de encuentro con más de cinco minutos de anticipación, para no llamar la atención-."

 


Zapata Vive y la Lucha Sigue


Juan Pablo de Ávila

"Revolución con sombrero ancho. Revolución de campesinos asustados. Una revolución de ojos. Los ojos impenetrables, el campesino desconfiado y esquivo. El indio renuente, apesadumbrado."


jueves, 15 de abril de 2010

Ante la Hegemonia Heteronormativa-Amorosa...


Diana Marina Neri Arriaga

"En las manifestaciones sociales en las que el amor se desenvuelve de modo legalizado, no hay asomo de locura, de acuerdos ni de goces compartidos. Sin duda, una sociedad basada en la concentración de poder e intercambio económico empobrece cada área de la vida, enajena y cosifica al ser humano..."

Mujer Lucha Libre y Performance


Ricardo Cárdenas

"La lucha libre mexicana, deporte-espectáculo, tiene un arraigo de origen popular en el imaginario nacional. Algunos intelectuales y académicos se preguntan ¿En dónde radica dicho arraigo de este fenómeno social? Este
deporte rudo, si así se le puede llamar, hace una connotación eminentemente al mundo masculino: El combate..."

La Incidencia de la Literatura Lesbica en el Movimiento Social


Chuy Tinoco

"La literatura lésbica se presenta como fuente de expresión de una identidad marginada por la visión patriarcal heterosexista, que deslegitima la expresión de un grupo social existente y su demanda muy clara: el derecho a su propia cultura, a la generación y producción de la cultura lesbiana..."

Navío Gris de Sueños y Palabras

Salvador Gallardo Topete, el hijo.

Agosto era un navío
anclado a perpetuidad sobre tu pueblo.
El valle despertaba
vestido de domingo,
con el cielo enfiestado de banderas
proclamando el arribo
jovial de la vendimia.
Yo era un traje vagabundo
con los bolsillos repletos
de viajes que nunca se llegaban.
Tú venías a la luz de las hogueras,
con tu paso de lluvia mañanera
y yo sentía
un despertar de selvas
habitadas de pájaros,
crecer vertiginosamente
para alfombrar tu arribo.
Caía el sol a plomo
sobre un mar de verdes emparrados,
se quebraba tu talle
y resurgías
ceñida de racimos.
Bajo la inerme senectud de los olivos,
machacaban tus plantas,
en una alegre danza
de alegres ademanes,
los frutos arrancados al sarmiento
y el mosto fermentaba,
nutriéndose en aromas
de maderas antiguas.
Tú calmabas mi sed
y te me ibas,
desdibujada lentamente en el paisaje,
en donde el inerte tren del caserío
te aguardaba fingiendo
la inesperada iniciación
de un viaje.
Yo era un traje desgastado,
una pipa aromada de silencio
y un navío gris
de sueños y palabras.
Tú eras el agua rumorosa de la acequia,
la uva cardenal de mis deseos,
la diligente aguja del remiendo,
la canción eficaz para mis penas.
Eras la imposible palabra del amor,
que nunca pudo en su tortuoso vuelo
posarse en el alero de tu casa.
La noche, en la que el viento germinó
los pañuelos del llanto y del adiós,
traía como hoy, la misma brisa amarga,
la misma dolorosa sensación de
naufragio.
Y porque hoy me habita,
igual tristeza a la de aquella noche,
desesperado arrojo el ancla del recuerdo
en el mar salobre de tus ojos.